No sabía lo que echaba de menos el cine de los ochenta hasta ver esta película. Me lo ha recordado de golpe. Sus personajes, sus buen humor, sus tramas rocambolescas, sus diálogos.

Se nota mucho cuándo una película es de esta época por los dejes que arrastra. No son malos, le dan su encanto y se agradecen después de la intensidad que pulula en los últimos tiempos por cualquier tipo de película, da igual que sea sobre una solterona que aprende a hervir arroz, tiene que tener intensidad y parecer que se va a acabar el mundo si no está seria o llorando.

Tras estos lloros por mi parte, simplemente porque me lo he pasado demasiado bien con un cine que tiende a desaparecer y cada vez se hace menos, vamos a la película.

Empezamos rápido. El prologo nos sitúa en Venezuela sin explicarnos nada, no le hace falta, las respuestas las van dando según las necesita el fotógrafo (Espectador) que acompaña al grupo y que presuponemos que es el protagonista porque lo dobla el actor de Robin Williams. Estamos en una investigación biológica a un lugar que ha estado inalterado millones de años.

Allí encuentran una araña enorme, del tamaño de mi palma, que le da igual el veneno que le echen, sigue viva. El problema es que no esta sola. El equipo se lleva a un ejemplar y en el proceso cabrean a un macho alfa que va tras ellos. Mata al fotógrafo (Adiós posible protagonista cansino, porque admitamoslo, este tío si tuviera otra voz sería inaguantable) y se cuela en su ataúd.

Como esto son los ochenta lo de abrir el ataúd en la aduana y comprobar que no exista riesgo biológico (Se supone que ha muerto por unas fiebres), no se lleva demasiado así que el muerto y la araña que se lo ha estado comiendo llegan sin problemas al pueblo natal del primero. Sería gracioso que acabasen en la ciudad natal de la araña y las arañas tuvieran que enfrentarse a un zombie, pero eso se lo dejo a los chicos de Assylum.

A partir de aquí tenemos la típica película de bichos de los ochenta. Familia que se muda, no encaja porque es de ciudad, comienza a suceder cosas inexplicables, etc.

En este caso nuestro verdadero protagonista es un doctor que se muda de San Francisco al pueblo para no preocuparse de los atracadores, el estrés y demás escusas que se busca la gente para ir a vivir al campo. Son personajes agradables y simpáticos, él y su familia. El resto sin embargo… Digno de los ochenta, no son desagradables, son gente que te puedes encontrar en la esquina. Demasiado reconocibles como para que te caigan bien.

Por poner unos ejemplos, el médico del pueblo al que viene a sustituir nuestro protagonista, decide de forma unilateral que pasa de jubilarse. Le da igual haber quedado con el protagonista en que se jubilaría, ni siquiera se disculpa. Me diréis que bueno, tampoco es para odiarlo, es solo un cretino. El problema es que el protagonista se ha hipotecado en ese pueblo, necesita ese trabajo que le habían prometido, y venía única y exclusivamente por ello. Si esto ya es de ser un cabronias de cuidado, lo que viene después… Mejor lo cuento y así disfrutamos.

Se dedica a contradecirle en medio de todo el mundo, a decir que sus métodos futuristas son irresponsables (Quitar una medicación peligrosa ahora es irresponsable, tócate la gónada), se niega en redondo a hacer una autopsia por una muerte extraña solo porque esta en sus trece que le ha dado un ataque al corazón, una persona que no tiene ningún síntoma del mismo. Vamos, que es un pieza de hombre.  Por eso he disfrutado tanto de su muerte. De estar con las uñas clavadas en el reposabrazos y con medio culo fuera del asiento. Me he puesto a aplaudir al ver como se retorcía de dolor y moría.

Seré cruel, pero esta película ya me ha dado un motivo de alegría y disfrute con esa muerte.

Luego esta el Sheriff incompetente y antipático que desaparece por arte de magia en el clímax, conociéndole estará comiendo en un farola. El resto de personajes como digo son los típicos que te puedes encontrar por la calle, ni son buenos ni malos, son personas normales. Eso es digno de elogio. Tenemos el típico entrenador duro, pero que se le ve preocupado si pasa algo. La viuda que es puro amor y dan ganas de ir a tomar el té a su casa.

El experto en bichos (Siempre tiene que existir un experto en bichos en estas películas), en esta ocasión tenemos dos y por alguna razón solo sobrevive el becario. Típico caso Prometheus, eres un experto en arañas y te metes en un nido a tocar la tela a ver que pasa.

Dejo el mejor personaje para el final. John Goodman como el exterminador. Adoró a este hombre, da igual en que película aparezca, se come a todos en pantalla porque lo da todo. Es un actor solvente aunque el producto sea mediocre (Los Picapiedras) por eso me da pena verle tan poco, pero por suerte, como este caso, como le veo tan poco me da una alegría verle aparecer de golpe.

Es el típico cuñado que es más listo que los demás, pero en simpático. Además, en sus circunstancias y con la información que tiene, no dice tonterías nunca. Ya conocéis esos personajes que da igual que Dios esté delante de ellos diciéndole que el mar es azul que ellos dirán que es verde, pues John Goodman por suerte no es de esa clase. Además, tiene toma épica de héroe de acción y eso siempre le da puntos a todo el mundo.

No puedo dejar la entrada sin hablar de los efectos especiales, si, algunos son de cartón piedra como los primeros planos del macho. Pero cuándo la veáis notaréis que la mayoría son arañas reales, seguramente puestas en habitaciones a escala para parecer más grandes, sin embargo lo impresionante es que van a dónde tienen que ir. Todo el que ha trabajado con perros comenta lo difícil que es, ahora imaginar hacerlo con cientos de arañas. Por mucho que la mayoría sean de plástico, solo por las cuatro o cinco tomas de una araña cruzando y haciendo las pausas cuándo debe se merecen mi admiración.

Otra cosa digna de elogio es la tensión que consigue Frank Marshall en el clímax que me tenía en vilo, en parte por la propia animadversión que da ver miles de arañas dirigiéndose hacia ti, pero sobre todo por la urgencia y el peligro constante que logra imprimir a cada minuto de acción.

No podía esperar menos de una producción de Spielberg de aquellos años.

Sin duda un gran descubrimiento tardío que seguramente revisite en el futuro. De momento, aun tengo Arac Attack para hacer la tarde de las arañas.